jueves, 17 de diciembre de 2015

APAREJO ROMANO: OPVS SILICEVUM. ANA DE JUAN VALDEAVERO

Aparejo romano: Opvs silicevm


La página "Artifex balear.org" es muy útil a la hora de conocer los distintos tipos de aparejo romano y su composición, y además incluye ejemplos con imágenes. No obstante al presentar tal abanico de "opvs" romanos, no profundiza en ninguno y ha sido preciso consultar bibliografía para conocer mejor el opvs silicvevm, para el cual presenta la siguiente definición: 

 Grandes bloques irregulares careados ( lisos en su lado visto) y escuadradas para asentarlas a hueso ( sin mortero).
Herederos del pelargikón griego y del pelásgico etrusco.
Fábrica ciclópea, adecuada para murallas y cimientos, pero con el tiempo se utiliza también en la construcción generalista, disminuyendo el tamaño de los sillares.
La disposición poligonal irregular pasa con el tiempo a una poligunal regular y finalmente produce la mampostería trapezoidal regular, como el opus reticulatum.

Este sistema constructivo se caracteriza por  la colocación de los bloques en seco y frecuentemente de tamaños desiguales, tallados sumariamente evitando por lo general su asentamiento en hiladas horizontales. A la luz de los estudios de Lugli (1957: 56 y ss.), se distinguen cuatro estilos que en Hispania no tienen un sentido cronológico ya que existen edificaciones que emplearon al menos dos de ellos en el mismo momento, seguramente por haber sido elevados por distintos equipos de constructores. Éste sería el caso de la muralla de Tarraco, cuyas cortinas de la primera fase (circa 200 aC) corresponden al estilo II mientras que algún tramo del zócalo de la segunda fase (150 aC) se considera entre la I y la II (Asensio Esteban: 2006, p. 121). Fenómenos parecidos tienen lugar en la torre de la Plaza de Estudiantes del Castell de Saguntum y la muralla de la Ampurias romana. Además estas técnicas constructivas no son exclusivas del mundo romano, pues las encontramos en obras helenísticas e indígenas, como en la muralla meridional de Emporion (mediados del siglo II aC), con un aparejo asimilable a la fase II pero en una ciudad griega e ibérica. También en el Valle del Ebro, la Meseta y el Sistema Ibérico encontramos ejemplos de murallas de factura indígena que emplean técnicas constructivas similares al aparejo poligonal romano de la II fase (Asensio Esteban: 2006, p. 124).




Sobre todo en la Hispania Citerior, en época republicana, nos encontramos fundamentalmente con construcciones de gran aparejo en piedra que corresponden a obras públicas localizadas en grandes centros urbanos de fundación y población romanas, también de origen prerromano y con menos frecuencia en centros no urbanos. Es destacable la escasez de opvs caementicivm a pesar de que éste fuera el método predominante en la arquitectura pública y privada de la Italia de los siglos II y I aC. Dicha escasez se debe a que son las obras de gran aparejo las que predominan en la Citerior.

El opvs silicevm engloba un conjunto de técnicas de época básicamente republicana. Es muy complicado también datar cronológicamente los estilos pues se suelen emplear sincrónicamente o su uso se prolonga durante siglos sin cambios formales. Por ello para el estudio cronológico son fundamentales los datos estratigráficos.

Podemos observar que el  opvs silicevum es casi exclusivo de las obas públicas, defensivas y de su aterrazamiento, casi inexistente en las construcciones domésticas (sólo podemos citar una casa de la Ampurias romana).

Las fases definidas por Lugli:

  • I Fase:

Son las obras construidas con bloques informes o poco carreados a golpe de maza colocados con gran rusticidad sin mortero, aunque con la presencia de cuñas informes, de modo que dejan espacios entre sí y no describen hiladas coherentes. En Hispania la encontramos en sectores muy concretos de la zona Noroeste del zócalo de la segunda fase de la muralla de Tarraco, compuestos por dos paramentos de enormes bloques asentados con pocas cuñas y piedras de calzadura que dejan espacios vacíos en las líneas de la juntura.
Figura 1: Muralla de Tarraco


  • II Fase


Se caracteriza por bloques rústicos más elaborados, mejor asentados y rejuntados en seco con ripios y algunas cuñas triangulares o trapezoidales de calzadura muy tosca. Su terminación suele presentar almohadillado con o sin listel perimetral. Suele aparecer en conjuntos monumentales de carácter defensivo en los que se buscaba dar aspecto de fortaleza.

La encontramos en las cortinas y el basamento de las torres de la primera fase de la muralla de Tarraco (finales del siglo III-principios del II aC). También en casi todo el zócalo de la segunda fase de la muralla, de la segunda mitad del siglo II aC.
También en la mayoría de las torres republicanas del Saguntum (primera mitad del siglo II aC), la muralla meridional y el muro oriental de cierre del Asklepeion de la Neápolis de Emporion (siglo II aC).
     
Figuras 2 y 3: Neápolis de Emporion: muro de aterrazamiento de la escalinata de acceso al templo y torre oriental de la puerta de la muralla sur de la ciudad.

  •  III Fase
En esta fase sólo se puede incluir un trecho de la muralla de la fortaleza de Olèrdola junto a la torre III. Los elementos típicos de la fase III que este zócalo presenta son la talla cuidada de los bloques, el alisado externo de las piezas y la carencia de líneas de juntura horizontales de modo que los planos de asentamiento siguen siendo sinuosos y no describen hiladas coherentes.
Figura 4: Muralla de la fortaleza de Olèrdola
  •     IV Fase

Presenta bloques de talla muy perfecta de formas trapezoidales que tienden al paralelogramo, dispuestos en hiladas pseudoisódomas casi horizontales. Las juntas verticales son casi siempre oblicuas y las caras externas suelen presentar almohadillado y anathyrosis externa, que aportan un juego de luces y sombras y aspecto robusto.

Sobre todo encontramos ejemplos en recintos defensivos: las cortinas y las torres III y IV de la muralla de Olèrdola, de bloques trapezoidales aislados y con complicados engatillamientos.

También el zócalo de la muralla meridional de la Ampurias romana, que presenta bloques con almohadillado rústico. Las que enmarcan la puerta del sur de la ciudad tienen además listel perimetral y numerosos sillarejos y cuñas triangulares y trapezoidales de calzadura.

El muro monumental de Diana de Saguntum tiene bloques de distinto tamaño, algunos con almohadillado, engatillamientos y anathyrosis externa que tienden a formar hiladas horizontales con ayuda de sillarejos de calzadura colocados en horizontal y vertical.


            
Figuras 5 y 6: Ampurias romana, basamento de la muralla sur y muralla meridional


BIBLIOGRAFÍA

Asensio Esteban, José Ángel. “El gran aparejo en piedra en la arquitectura de época romana republicana en la provincia de Hispania Citerior: el opvs silicevm y el opvs qvadratvm” en SALDIVIE nº 6, 2006, páginas 117-159.

Bendala Galán, Manuel. “La Ciudad en la Hispania Romana”, en La Ciudad en el Mundo Romano. 1994, Actas XVI del Congreso Internacional de Arqueología Clásica (Tarragona, 1993), vol I, Tarragona: Ponencias, páginas 115-123.

Imágenes 2, 3, 5 y 6: Asensio Esteban, José Ángel. “El gran aparejo en piedra en la arquitectura de época romana republicana en la provincia de Hispania Citerior: el opvs silicevm y el opvs qvadratvm” en SALDIVIE nº 6, 2006, páginas 117-159. 



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