jueves, 17 de diciembre de 2015

ARQUITECTURA: EL ANFITEATRO. ANA DE JUAN VALDEAVERO.

Arquitectura Hispanorromana: el Anfiteatro 

Sobre el Anfiteatro Romano en Hispania, la página elegida a comentar es http://www.spanisharts.com/arquitectura/roma_espectaculos.html, pues presenta una buena descripción de esta tipología arquitectónica a nivel general, las imágenes son muy útiles y además incluye una ficha de los principales anfiteatros que encontramos en Hispania.


Figura 1: Anfiteatro de Itálica




El nombre proviene del griego y significa “dos teatros”, tal y como muestra su estructura que tenía el fin de ampliar la zona de la arena. La estructura se suele erigir sobre un espacio adecuado, en el suelo o sobre una estructura de sustentación, o en ocasiones con una parte sobre la ladera y otra sobre una estructura de muros radiales y circulares abovedados, y el exterior generalmente se compone de órdenes de pilares o columnas con arcos.

En general presenta dos áreas:

La cávea
Figura 2: La cavea

Es el graderío donde se acomoda el público que asiste a las obras y está dividida en: 
Figura 3: Sección de la cavea
  • La imma cavea: es la zona situada más abajo, la más cercana a la arena. Se separaba de esta por un alto podium que protegía a los espectadores de las armas y animales. En esta zona se acomodaba la clase alta de las ciudades.

  •  La media cavea, situada a continuación de la imma cavea, está dedicada al público en general. 

  • La summa cavea es la parte superior del escenario. En algunos anfiteatros no se construía por motivos de espacio o estructura. Solía estar culminada por un pasillo porticado. 
En ocasiones, dependiendo del tamaño del anfiteatro, la cavea era uniforme. Sobre ella se situaban los palcos, habitualmente en el centro de cualquiera de los ejes.

La arena

Figura 5: La arena
Zona oval donde se representan las actuaciones. Estaba rodeada por el alto muro del podium que la separaba de la cavea. En él se abrían diversas puertas que comunicaban con estancias o pasillos situados debajo de la cavea, por donde salían los gladiadores o animales. Debajo de la arena de los anfiteatros más importantes existían diversos espacios compartimentados destinados a la circulación y estancia de los animales llamada fossa bestiaria. Esta estaba cubierta por madera sobre la cual se extendía la arena, quedando así una superficie uniforme.

Se separaban entre sí con unos muretes perimetrales o baltei, que limitaban los pasillos horizontales o praecinctios que comunicaban las escaleras y los vomitorium. Estas escaleras de subida y bajada delimitaban zonas en forma de cuña llamadas cunei.
 
En el anfiteatro griego se celebraban festivales religiosos, mientras que los anfiteatros romanos albergaron los munera gladiatorum y uenationes

Los combates de gladiadores y los espectáculos con fieras habían aparecido en Roma en el siglo III aC vinculados a la celebración de funerales y triunfos militares, y en el año 105 aC es aceptado tradicionalmente como su organización como espectáculo oficial (páginas 57-58). En Hispania la primera referencia de los combates de gladiadores es en el 206 aC, cuando Publius Cornelius Scipio Africanus organizó en Chartago Noua en honor a su padre y su tío muertos juegos fúnebres en los que intervinieron voluntariamente indígenas (Ceballos Hornero y Ceballos Hornero, 2003).

Entre los reinados de Augusto y Adriano se erigieron la mayoría de los anfiteatros permanentes conocidos en Hispania. Arqueológicamente se han identificado 17 y la epigrafía apunta a la existencia de más.

Los editores de los munera gladiatorum eran en general altos magistrados municipales y sacerdotes de culto imperial. En el siglo I aC los espectáculos del anfiteatro ingresaron en la nomina de espectáculos oficiales que debían organizarse en las ciuitates a cargo de los magistrados. 

La distribución geográfica de los anfiteatros y testimonios epigráficos relacionados con las batallas de gladiadores se concentran en el valle del Guadalquivir, en las principales ciudades de la costa levantina, las capitales conventuales de Lusitania, en el valle medio del Ebro y en las grandes ciudades del centro Peninsular, con un relativo vacío informativo en el noroeste.

Su aforo suele triplicar la población calculada para los centros urbanos donde se ubican, por lo que estarían destiandos a acoger a toda la comarca o comunidades más lejanas y menos urbanizadas. La práctica de la gladiatura ocurriría hacia el siglo IV fruto de la decadencia urbana (Ceballos Hornero y Ceballos Hornero, 2003).

Los naumaquia como tal no se han encontrado, aparece en las fuentes pero no en la arqueología. Ademas no hay vías de alimentación ni evacuación, sólo encontramos indicios en Mérida y el tamaño tendría que ser mucho menor. Pudo haber existido una simulación con un decorado nilótico para la representación de peleas de grullas y pigmeos: la “ludii hilarante” de contenido cómico.

A mediados del siglo III se remodela la orchestra, en muchos casos se transforma en un estanque. Según San Agustín en ellos “se da muerte a las personas”. Hay burlas al bautismo cristiano: en Mérida hay vestigios de que los tiraban desnudos al agua.

En cuanto a su promoción, ésta podía ser estatal o provincial. También podían ser los senadores de la camarilla de Adriano que de manera colegiada participaban en la construccion; el emperador o la emperatrix como acto de generosidad o por parte del magistrado al terminar su magistratura para comprar votos.

·         Los anfiteatros más destacados de Hispania:

Itálica

Figura 5: Anfiteatro de Itálica

Situado en el recinto amurallado de la urbs sobre una vaguada sobre la que se sitúan las gradas. Su fachada seguía el modelo de órdenes superpuestos de columnas adosadas a los pilares. El material utilizado era el opus caementicium revestido de sillares de piedra o ladrillo y mármol en las zonas más importantes.

En su interior encontramos un santuario de Caelestis-Némesis. Se trata de una capilla construida en el momento de la erección del anfiteatro en cuya planta encontramos el pedestal. Sabemos que fue concebida en el origen del anfiteatro porque encontramos los implanta pedis, que Alicia María Canto interpreta como un “deseo de entrar con buen pie y conmemorar la salida”. Esta capilla tiene sentido pues los gladiadores estaban poniendo su vida en peligro.

Mérida

Figura 6: Teatro y Anfiteatro de Mérida

Se encuentra al lado del teatro con el mismo fin de utilizar las laderas del cerro de San Albín para ubicar las gradas. Las inscripciones del pódium hablan de la inauguración en el año 8 aC.

Los materiales empleados fueron el opus caementicium, sillares de granito, sillarejo, mampostería y ladriillo.

La planta era elíptica y disponía de la fossa bestiaria cubierta con madera y después con arena. Se utilizaba para albergar a los animales.

El podium que separaba la arena y el graderío fue decorado con una pinturas alusivas a las actividades del anfiteatro: tigres contra jabalíes, gladiadores contra leones... Además posteriormente se cubrió con mármol y coronó con una balaustrada.

Tarraco

Figura 7: Anfiteatro de Tarraco

De los primeros del Imperio, construido en el siglo II por donación imperial. Su graderío está apoyado sobre la ladera de un cerro y una sección está excavada sobre la roca madre y otro soportado sobre bóvedas de opus caementicium. También tiene fossa bestiaria.

Segóbriga

Figura 8: Anfiteatro de Segóbriga

Es el más parecido al de Mérida por las técnicas constructivas y porque ambos son de principios del período Flavio. La muralla es cesariana. El lado sur está excavado en la roca y por  estar tallado no tiene servicio para la arena. Debajo el suelo está la roca madre, no sale nada desde abajo.

El sistema constructivo se basa en cajones que se macizan y compactan con piedra y arena y sobre este cimiento se sitúa el graderío de hormigón.

BIBLIOGRAFÍA

Ceballos Hornero, Alberto; Ceballos Hornero, David. “Los espectáculos del anfiteatro en Hispania” en Iberia, nº 6, 2003, páginas 57-70.

Rodríguez Gutiérrez, Oliva (2011). Hispania Arqueológica. Panorama de la cultura material de las provincias hispanorromanas. Sevilla: Universidad de Sevilla.

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